Estudiar y trabajar al mismo tiempo. ¡Sí, se puede!
Estudiar y trabajar al mismo tiempo exige un gran esfuerzo. Pero se puede. Requiere ser organizado, metódico y con una gran fuerza de voluntad, y cuando el objetivo se cumple, la recompensa es doble.
Lo ideal es tener unos padres sobrados dispuestos a financiarnos la carrera, la ropa, las vacaciones, el coche, las cañas en los bares… Pero las circunstancias no siempre son las ideales. Unas veces la vida no es fácil para los padres y hay que contribuir a la economía familiar; otras, se nos pasó la época de vivir a pensión completa en la casa paterna, hemos ido cumpliendo años y repitiendo cursos hasta que hemos encontrado el camino que buscábamos; hay casos en los que es mejor buscarse la vida compartiendo piso con amigos que prolongar una mala relación con papá y mamá; puede ser que necesitemos estudiar en la etapa adulta porque las condiciones de trabajo nos exigen una puesta al día en los conocimientos… En fin, que las razones son muchas y que no pocas personas se ven abocadas a la titánica tarea de estudiar y trabajar al mismo tiempo.
No vamos a negar que con lo duro que es estudiar y lo insoportable que resulta a veces levantarse cada mañana para ir al trabajo, juntar las dos cosas puede parecer una proeza. Pero se puede. El primer pensamiento en nuestro punto de mira debe ser: «Si otros pueden, yo también puedo».
El orden es lo primero. El orden ahorra tiempo, en general, pero cuando se trata de estudiar y trabajar a la vez, resulta imprescindible. Hay que llevar una agenda bien organizada, donde anotemos todo lo que debemos hacer para nuestra actividad laboral, las fechas de exámenes, trabajos de clase, la lista de la compra de casa, las citas… Existen magníficas agendas para Android y para iOS, donde cada aspecto se puede marcar en un color, fijar prioridades, establecer alarmas… No olvidemos anotar todo lo que tenemos que hacer cada día para no perder tiempo y no dejar ningún frente sin atender.
La organización en casa. Si no podemos pagar por una ayuda ni contar con la de nadie, establezcamos el día de lavado semanal, el día de la compra quincenal, el día de limpieza mensual… Y, por supuesto, la persona que estudia y trabaja a la vez debe mirar para otro lado si no consigue un hogar con el brillo justo que le gustaría. Cada vez que cocinemos, hagámoslo para varias veces y congelemos en raciones. Pidamos que nos pongan para llevar los que sobra en el restaurante, y si nuestros padres quieren ponernos un táper cada vez que comamos en su casa, no digamos que no; es más inteligente deshacernos en elogios, para que se animen a repetir las entregas.
Procuremos reducir tiempos. Ver a los amigos es fabuloso, pero a lo mejor basta con estar tres horas juntos en lugar de ocho. Puede que seamos de los que no perdonan la siesta, pero quizá sea suficiente con veinte minutos en lugar de noventa. En vez de sentarnos a comer viendo la tele y que se nos vaya el santo al cielo, tomemos un tentempié rápido en la cocina. Si no podemos hacer que los días tengan más de 24 horas, arañar unos minutos a cada rutina diaria es básico.
Hay que informar en el trabajo. Está bien que los jefes y compañeros sepan que estamos realizando un gran esfuerzo. Eso no hará que piensen que pasamos de nuestra tarea, sino que somos personas dispuestas a luchar por mejorar y que creemos en el valor de la formación. Todo el mundo sabe lo duro que es salir de trabajar agotado y en vez de descansar encadenar otra jornada igual de dura o más.
Rodearse de buena gente. Igual que hay que decir en el trabajo que estamos estudiando, nuestros compañeros de estudios deben saber que estamos trabajando. La buena gente abunda, solo hay que estar atentos para encontrarla y para corresponder a la ayuda sin abusar. Un grupo dispuesto a prestar apuntes, estudiar con nosotros cuando haga falta, compartir la carga de un trabajo académico… es un tesoro para un estudiante que trabaja o un trabajador que estudia.
Seamos realistas. Estudiar y trabajar a la vez no es imposible, pero sí muy duro. No podemos exigirnos más de la cuenta: si en lugar de tardar cuatro años en graduarnos, tardamos seis, no pasa nada. Somos adultos independientes y estamos haciendo un esfuerzo superior a la media, pero lo hacemos por voluntad propia. Tenemos que controlar nuestro estrés para no caer enfermos o volvernos tipejos insoportables. Aceptemos que no siempre podremos llegar a todo, seamos flexibles con nosotros mismos y con los demás (sobre todo para que los demás lo sean también con nosotros). Cuidarnos es el ingrediente principal del éxito.
Trabajar y estudiar al mismo tiempo es muy duro y habrá muchos momentos en los que querremos tirar la toalla. Cuando sintamos que nos abate el desaliento, visualicemos la meta. Conseguir nuestro objetivo, más tarde o más temprano, supondrá una palmadita importante en nuestra autoestima, una doble recompensa. (en linea,http://www.etitulo.com/estudiar-y-trabajar-es-posible/, 07,02,2017)
Hola Alain, Muy buena información para los que trabajan y estudian
ResponderBorrarmuy buen blog, sigue así
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